¿A qué nos referimos cuando hablamos de ciclicidad femenina?
La ciclicidad femenina es la fluctuación del estado físico, psíquico, mental y comportamental de las personas con genitales femeninos, que se reproduce de forma cíclica e influenciada por las hormonas. Empieza sobre todo en la menarquia (primera menstruación), pasando por la etapa fértil, posibles embarazos y puerperios (periodo tras el parto), por el climaterio (periodo antes de la menopausia) hasta llegar a la menopausia (última menstruación).
Antes de la menarquia y después de la menopausia, somos más lineales con nuestras fluctuaciones hormonales.
Hablamos de una ciclicidad femenina común, basada en componentes biológicos. Después, cada una la vivenciaremos de forma única gracias a nuestras experiencias, entorno, hábitos y herencia. Aspectos que, junto a nuestros ciclos fisiológicos, van a influenciar como nos sentimos, como nos comportamos o como nos relacionamos.
Para entender nuestra ciclicidad, hemos de saber que el cuerpo se rige por unos ritmos biológicos propios. Los ritmos biológicos son actividades y funciones biológicas que se repiten periódicamente (en ciclo), generalmente sincronizadas con los ciclos de la naturaleza.
Índice
Ritmos biológicos que influencian a nuestra ciclicidad
Dentro de la cronobiología (o ritmos biológicos), vamos a hablar sobre todo de dos ritmos; el ritmo circadiano (duración de unas 24h) y el ritmo infradiano (tarda más de 24h en repetirse).
Uno de los ritmos infradianos propio de las personas con genitales femeninos, es el ciclo menstrual. De media se le otorgan 28 días, pero variará según la duración del ciclo de cada una. Se encarga de regular nuestra salud femenina. Principalmente regirá tu ciclo menstrual, pero también es el encargado de regular los otros ciclos vitales, como el embarazo o el climaterio.
Ritmo infradiano: Ciclo menstrual
Como ya hemos comentado, el ritmo infradiano regulará cada uno de nuestros ciclos vitales. Empezamos definiendo y explicando el ciclo menstrual porque va a ser la etapa de nuestra ciclicidad que más tiempo va a convivir con nosotras.
El ciclo menstrual se conforma a su vez por 4 fases: menstrual, folicular, ovulatoria y lútea. Se refiere al periodo existente entre el primer día de la menstruación y el primer día de la menstruación siguiente.
Para que podamos tener un signo vital tan importante como es la menstruación, cada una de estas fases tiene unas características neuroendocrinas propias, que se repiten de forma cíclica mes a mes
Fase menstrual
El sangrado rojo es el signo guía. La duración habitual es de 4 a 6 días pero en muchas mujeres es de solo 2 días o de hasta 8 días. El primer día del ciclo menstrual es el primer día de sangrado rojo y abundante. Si unos días antes tienes pérdidas marronáceas y escasas, éstas no cuentan como primer día de ciclo.
A lo largo de la fase lútea (previa a la fase menstrual) la capa interna del útero, el endometrio, se engrosa, volviéndose un colchoncito por si nos quedamos embarazadas, acoger al embrión. Si el óvulo no se fecunda, se informa al cerebro que se puede vaciar el útero. Éste baja los niveles de estradiol y progesterona, produciendo la descamación del endometrio. Lo que nosotras percibimos como el sangrado de la menstruación.
En este proceso nuestro cuerpo está disponiendo mucha sangre a nuestro sistema reproductor para que pueda realizar todo ese trabajo. Al mismo tiempo, el útero se va contrayendo para expulsar el endometrio y que nuestros ovarios vuelven a activar su proceso folicular.
Aunque a nosotras nos parezca que no está pasando nada, nuestro cuerpo está en un momento de alta actividad, es por eso que normalmente nos sentimos más cansadas en esta fase. Nuestro cuerpo va a necesitar de un cierto reposo que facilite que la sangre se centre tranquilamente en este proceso.
También puede darse que sintamos nuestro vientre más hinchado. Es así. El primer día de la menstruación, nuestro útero tiene aproximadamente el doble de su tamaño y peso «habitual». Este peso se va a ir aligerando con la expulsión del endometrio a través de contracciones uterinas. En función de nuestra sensibilidad e interocepción, también podemos sentir dichas contracciones de forma sutil.
Como ves, en esta fase tu cuerpo está trabajando muchísimo, por lo que si quieres evitar que sea una fase muy sintomática, te recomendamos que priorices tu descanso, cuides tu alimentación y te hidrates bien. De lo contrario, podrías sentirte más fatigada, con molestias o calambres pélvicos, muy pesada, con peor humor y más antojo de dulce. ¿Te animas a empezar a respetar tu cuerpo?
Fase folicular
Es la fase entre el final de la menstruación y el inicio de la ovulación. Suele durar de 7-10 días, en función de cada mujer.
Tras la menstruación, los niveles de estrógenos vuelven a crecer de forma progresiva, estimulando la producción de células endometriales. Las encargadas de engrosar el endometrio y de que al final de la fase folicular este esté preparado para la ovulación.
De forma simultánea, este aumento de estrógenos avisa al hipotálamo de nuestro cerebro de que es el momento de iniciar la estimulación de las hormonas hipofisarias (FSH y LH). Ambas hormonas son creadas y segregadas por la glándula pituitaria, que a través del torrente sanguíneo llegan a nuestros ovarios para provocar el crecimiento progresivo del o de los folículos. Cuando ambas hormonas alcanzan su pico máximo hormonal, desencadenan la maduración y ovulación del folículo seleccionado.
Al inicio de esta fase podemos sentir sequedad vulvovaginal, pero, progresivamente, iremos recuperando el flujo. Que en esta fase es entre blanquecino y amarillento, y más viscoso.
Todo este despertar hormonal puede hacernos sentir más activas e inquietas, con ganas de probar cosas nuevas.
Fase ovulatoria
Suele durar de 2 a 4 días. En esta fase el óvulo ya maduro es expulsado del folículo y viaja hacia las trompas uterinas. Puede que seas capaz de sentir este momento como un dolor leve a nivel pélvico, transitorio y sentirte algo más somnolienta.
Esta liberación del óvulo se da gracias a las grandes cantidades de hormonas hipofisarias (FSH y LH) que nuestro cerebro envía al folículo del ovario, permitiendo así que salga hacia la trompa e inicie su trayecto hacia el útero.
En la trompa uterina es el lugar donde se puede producir la fecundación del óvulo. Por ello, este es nuestro momento de mayor fertilidad.
En el útero, de forma paralela, el aumento de estrógenos va favoreciendo el engrosamiento endometrial para que, en el caso de fecundación, el cigoto pueda anidar. Es decir, el endometrio se prepara como una cama, bien mullida y acogedora, para recibir el embrión.
En la fase ovulatoria se incrementan también nuestros niveles de testosterona. Esta y los estrógenos alcanzan aquí su pico más alto. Este pico hormonal se traduce en nuestra vida diaria en una sensación de aumento de energía, en sentirnos más activa. También suelen ser los días que nos vemos más atractivas y, si estás atenta, podrás ver que, probablemente, tu oratoria también es más fluida y convincente. Esta la influencia que tienen los estrógenos en nuestro cerebro.
Por otro lado, es el momento del ciclo menstrual con mayor flujo vaginal. Es un flujo mucho más abundante, elástico y transparente. Como una clara de huevo. No es excepcional que tengas algún pequeño sangrado, llamado spotting ovulatorio.
Si quieres saber cómo reconocer tu fase ovulatoria, mira el artículo…
Fase lútea
Es la fase más larga del ciclo, dura alrededor de 14 días.
Durante estos días, en el interior del ovario se va degradando el cuerpo lúteo. Este cuerpo lúteo era el que contenía el folículo que en la fase ovulatoria acabó de madurar y salió hacia el exterior. Esta degradación progresiva del cuerpo lúteo, estimula la producción de progesterona (es la hormona predominante de esta fase).
A la vez, la producción de progesterona evita una nueva ovulación. Ésta, envía órdenes a la hipófisis (glándula pituitaria del cerebro) para que detenga la producción y envío de las hormonas hipofisarias (FSH y LH).
A nivel uterino, los estrógenos y la progesterona trabajan de la mano pero con funciones opuestas. La progesterona va a detener el engrosamiento del endometrio provocado por los estrógenos y, estos a su vez, van a encargarse de que el endometrio esté bien vascularizado (le llegue la sangre necesaria). Si el óvulo ha sido fecundado por el espermatozoide en las trompas uterinas, todo este proceso asegurará las mejores condiciones de anidación para dicho embrión.
Si no se produce la fecundación, el cuerpo lúteo se degrada y es reabsorbido por el ovario. Se detiene la producción de progesterona y estrógenos, lo que desencadena la descamación/liberación del endometrio (útero) con la menstruación.
En la fase lútea es normal tener un flujo vaginal espeso y escaso.
A medida que esta fase avanza va disminuyendo el nivel de energía por el descenso progresivo de los estrógenos. Es importante que tu ritmo también vaya desacelerando. Puede que te sientas más sensible, más lábil e incluso concentrarse puede llegar a ser todo un reto.
Aquí te dejamos el resumen en dos gráficas para que se pueda entender mejor todo lo que sucede durante este ciclo menstrual:
¿Has visto qué montaña rusa hormonal vivimos las mujeres cada ciclo menstrual, siendo completamente normal y fisiológico? Es una maravilla, sobre todo si la conoces, la entiendes y vas de la mano.
A continuación vamos a definir otro de los ritmos biológicos que hemos nombrado, para que entendamos cuán importantes son para nuestra salud en general, y sobre todo para nuestra salud hormonal.
Ritmo circadiano: Sueño-vigilia
Todas las personas nos vemos influenciadas por este ciclo sueño-vigilia. Vamos a explicar un poco de qué se trata y entender la importancia de respetarlo para tener una ciclicidad femenina más saludable y una mejor calidad de vida.
En esta gráfica podemos ver cómo la influencia de la luz solar entrando por nuestras retinas y nervio óptico por la mañana, genera un pico de cortisol que nos permitirá estar activas y despiertas durante el día. Este pico de cortisol va disminuyendo a lo largo del día y cuando se acerca la noche, a medida que el sol se va poniendo, la glándula pineal que se encuentra en el centro del cerebro, empieza a segregar melatonina hasta alcanzar su pico más alto, inundando el cuerpo de melatonina para que podamos dormir bien.
La hormona melatonina tiene múltiples funciones, la más conocida es que nos ayudará a dormir, favoreciendo un sueño reparador. Además, ejerce una acción fundamental en el control del hambre, en la acumulación de grasas y en el consumo de energía. Esa actuación a nivel hipotalámico, interfiere también en el eje hipotálamo-hipófisis-gonadal, es decir, en nuestro ciclo menstrual.
Expliquemos un poco mejor todo esto. Durante el día, todo lo que hemos ingerido se almacena en el cuerpo en forma de grasa. Tenemos dos tipos de grasa, grasa blanca y grasa marrón. Si bien el tejido adiposo blanco es el más abundante, el tejido adiposo marrón se distingue porque, en respuesta al frío y otros estímulos, moviliza las reservas grasas utilizando ácidos grasos y glucosa, liberando energía en forma de calor.
Para que se de este proceso de termorregulación durante la noche y el cuerpo se mantenga calentito, necesitamos unos niveles óptimos de melatonina que activen este proceso. Se consume mucha grasa marrón para obtener la energía suficiente para calentar el cuerpo. Por lo que si tenemos un buen descanso, puede compensar todo lo que hayamos ingerido durante el día y regular nuestro peso.
De modo indirecto además, este aumento de la melatonina regula la producción y la acción de la hormona insulina y aumenta la producción de leptina en el tejido adiposo (grasa). Estas dos hormonas actúan sobre el hipotálamo, regulando la sensación de hambre.
Sin melatonina o con sus niveles muy bajos, perdemos estos dos frenos cerebrales del apetito. Nos desregulamos. Esto genera un bucle vicioso, ya que se ha visto además, que la ausencia de la misma, va a hacer que el cuerpo produzca una hormona que induce al hambre, la hormona grelina.
¿Vemos la importancia de un buen descanso?
Nos interesa volver a aliarnos y respetar el ritmo circadiano (siempre que tus condiciones lo permitan), ya que puede favorecer que dejemos de estar cansadas, con hambre todo el día, ganando peso progresivamente y trastocando el buen funcionamiento del ciclo menstrual.
En el siguiente artículo profundizaremos más en la relación entre el ritmo circadiano y nuestra ciclicidad, y cómo algunas vitaminas, nutrientes y hormonas son determinantes en nuestros ciclos.
Este ha sido el principio de todo lo que desde Dona Cíclica queremos compartir. Nuestra misión es compartir contigo nuestra visión holística de la salud femenina, y ofrecer nuestra experiencia y conocimiento de lo femenino como mujeres y como profesionales de la salud. Acogiendo a cada mujer y acompañándola a que sea su propia agente del cambio, coja las riendas de su poder cíclico y pueda encarar los cambios fisiológicos que se dan en cada etapa de la vida con autoconocimiento, escucha, respeto y amor propio y, poder así, desde lo individual, generar un cambio a nivel colectivo.