En este artículo nos dirigimos a todas las mujeres y parejas que llevan tiempo queriendo quedarse embarazadas, que se han hecho las pruebas médicas pertinentes y pese a salir todo dentro de los marcos de la normalidad, la gestación no llega.
Quiero que pienses en una flor, para que una abeja se pueda llevar el polen del centro del ovario, necesitamos que las condiciones externas e internas sean óptimas: luz para estimular la fotosíntesis, un tallo intacto para que el agua y los nutrientes lleguen y den vida a la flor, raíces bien asentadas y una tierra rica en nutrientes y bien irrigada.
Si hacemos el paralelismo con el cuerpo de la mujer, la tierra sería tu cuerpo, donde se asientan tus órganos. El que va a brindar los elementos principales para que la flor crezca. Las raíces serían tu útero; el tallo, tus trompas uterinas; el pedúnculo serían las fimbrias de las trompas y los ovarios y los óvulos de la flor serían los tuyos .
Si cualquiera de estas partes de la flor estuviera dañada o sufriera alguna enfermedad, la conexión tierra – óvulos estaría alterada dificultando que llegasen los nutrientes a cada una de sus partes y evitando el crecimiento y reproducción de la flor.
Lo mismo pasaría en el cuerpo de la mujer y, en estos casos, sería el abordaje médico el que diagnosticaría y valoraría estos daños y/o enfermedades.
Índice
Problemas en el contexto
Seguramente estarás pensando “ojalá fuera tan simple”, ¿verdad? Puede ser que en tu caso no haya ningún problema físico detectable por pruebas médicas. Y es que podría ser que la causa de que el embarazo no llegue, no sea una lesión propia de la estructura.
Siguiendo con el ejemplo de la flor, ¿Qué pasaría si algo apretase indirectamente el tallo de la flor?, ¿o si al tener muchas otras flores y plantas alrededor no le llegara la luz necesaria?, ¿o si no tuviese suficiente espacio para expandirse?
Pues bien, eso es lo que nos pasa muchas veces. Nuestro útero, trompas uterinas y ovarios, se pueden ver comprometidos por estructuras de alrededor, alterando su función, su movilidad, su irrigación…
Aquí es donde el rol de una fisioterapeuta especializada en fertilidad nos puede resultar de gran utilidad. Más allá de una valoración médica, el enfoque fisioterapeutico nos ayudará a tener una visión más completa, global, integrada e interrelacionada de nuestro cuerpo y de cómo se están moviendo nuestros órganos.
En el caso de estar intentando quedarnos embarazadas nos interesa conocer cómo están conectando e interactuando el cerebro y el ovario, lo que conocemos como eje Hipotálamo-Hipófisis-gonadal (ovario). Este eje es el responsable de conectar y avisar de todas las necesidades endocrinas de nuestro sistema reproductor, y para que nuestro embarazo sea posible, tiene que fluir bien.
Para saber si estamos ayudando al eje Hipotalamo-hipófisis-ovario a que fluya correctamente, daremos un primer vistazo a nuestros hábitos.
Hábitos
- ¿Cuántas horas te pasas sentada al día?
- ¿Cuánto ejercicio a la semana realizas?¿De qué tipo?
- ¿Con cuánta energía te despiertas por la mañana?¿Cuál es la calidad de tu sueño?
- ¿Cómo es tu alimentación? ¿Diferencias tu alimentación en función de tu fase del ciclo?
- ¿Te permites descansar más y mimarte en la fase menstrual?
- ¿Cómo están tus niveles de estrés y autoexigencia?
- ¿Fumas, bebes o tienes alguna otra adicción?
Queremos que reflexiones sobre estas preguntas y veas si de a poco, puedes ir realizando cambios en tu día a día que te permitan vivir con más automimo tu ciclicidad.
Y puede ser que las respuestas de algunas de las preguntas, las vincules con alguna de las señales de alerta que te ponemos a continuación.
Señales de alerta
Queremos que observes si hay alguna señal de alerta que pueda estar avisándote de que alguna cosa no funciona demasiado bien:
- Molestias en la penetración profunda, generando una sensación de pinchazos en la zona baja del vientre.
- Dolor al llegar al orgasmo, como de espasmo. No tiene porque ser al momento, puede aparecer al poco tiempo.
- Tener la mucosa de la vagina (la piel interna) enrojecida o con sensación de escozor.
- Problemas digestivos: pesadez tras las comidas, gases, estreñimiento o diarrea, hinchazón abdominal…
- Dolor y/o alteraciones durante la fase lútea y la fase menstrual. Para entender mejor cada fase te recomendamos esta lectura Ciclicidad femenina
- Problemas circulatorios: varices, hematomas frecuentes, pies extremadamente fríos…
- Observa cómo es tu lubricación a lo largo del ciclo menstrual; sobre todo fíjate cómo es ese flujo en el pico ovulatorio, ¿tienes mayor flujo vulvar y vaginal de color transparente y mucoso? ¿Es más bien seco y blanquecino?.
Ya hemos revisado nuestros hábitos y las posibles señales de alerta. ¿Ha aparecido algo que pueda indicar que tu fertilidad se vea afectada?.
Conócete bien
A continuación, vamos a recomendarte que te autoexplores. Sí, sí, como lo lees. Quiero que cojas un espejo y te mires, te toques, muevas y sientas todas las zonas de tu área genital. Percibe si conocías toda esta información, si la tenías integrada y si algo de lo que has visto, tocado o movido te hace sospechar que tiene que ser valorado por una profesional.
Tocar, sentir, mover las partes de nuestro órgano reproductor y alrededores, es importante para situarlas en nuestro cerebro. Cuando no mueves una parte del cuerpo, no le das visibilidad y tu cerebro cada vez le da una representación y espacio menor. Esto hace que se atrofie y que no lleguen todos los nutrientes y sangre necesarias.
Por eso te pedimos que escanees y conozcas tu cuerpo, que conozcas tus hábitos y con toda la información recopilada, vayas comprendiendo cuál debe ser el primer foco a ser atendido.
En Dona cíclica estaremos encantadas de poder acompañarte en este proceso. ¿Quieres compartirlo con nosotras?